23 de abril de 2008

Jota

Escóndete, renacuajo, escóndete, como si estuvieses jugando al escondite, aunque esto no es ningún juego, esto es la puñetera vida, que viene con toda su maldad, y te empuja, y te arrastra, escóndete, mocoso, hazme caso, escóndete hasta que llegue el autobús, en cualquier lugar de la plaza, donde sea, ahí mismo, en el soportal del estanco, o allí, debajo del quiosco, me da igual, pero desaparece ahora mismo de la parada, esfúmate como uno de tus superhéroes favoritos, venga, ¿qué pasa?, ¿que ya no tienes poderes mágicos para hacerte invisible?, pues entonces ponte detrás de ese abrevadero, no es un mal sitio, ese muro te protege del viento, te resguarda de los cotillas, quédate quieto, como una perdiz cagadita de miedo, aprende de ellas, ¡qué listas son!, son cobardes cuando tienen que ser cobardes, nadie les echa migajas de pan, se buscan el sustento entre los rastrojos, espabilan, espabila tú también, tontolaba, y no te muevas, no te levantes, que al autobús ya lo oirás berrear, paaaa, paaaa, no ves que si te asomas te va a junar el Miguelón, el tabernero...
Fragmento del cuento Jota
Publicado en el número 16 de Piedra de Rayo

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