3 de julio de 2008

Corquete

Olvídate, por favor, de la decrepitud de este otoño.
Coge de una vez el corquete
y llena ese cesto de uvas.
El abuelo te está mirando, te está juzgando.
Borra ese temblor de la sangre que empaña tus ojos
con ortografías y silencios
y demuéstrale que ya eres todo un hombre.
Que has heredado un cuerpo de fortalezas y certidumbres,
de gestos concretos,
que tienen límites,
que comienzan ahora y terminan ahora.
Demuéstrale que no te asustan las conversaciones de los escorpiones,
porque tu lenguaje sabe por fin el significado de la mentira.
No tengas miedo a vivir.
Ni sientas lástima por el verano herido.
Piensa que la naturaleza no entiende de justicia.
Que la luz excava las frentes sin pensar en biologías.
Que el viento encela las hojas sin pedir permiso a nadie.
Agarra con fuerza el corquete
y llena de una vez ese cesto de uvas.
De un golpe, échatelo sobre los hombros.
Disimula, no aparentes esfuerzo,
aunque estás cargando remordimientos y culpas de tantas generaciones.
Y olvídate, por favor, olvídate de la hermosura de este atardecer.

Te estás quedando atrás, niño viejo.
¿En qué tierra de nadie te estás perdiendo?
La cuadrilla no te espera, no te espera.
Y al fondo, extrañado,
el abuelo te está mirando, te está juzgando.

Poema publicado en el número 8 de ‘Piedra de Rayo’

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