4 de agosto de 2008

Verne

Cuando murió el científico K. mayúscula de cáncer de próstata, el sillón k minúscula de la Academia Francesa de las Ciencias quedó vacante. De los cincuenta currículum que se presentaron para cubrir tan significativa pérdida, el de Julio Verne resultó el más completo y el que más impresionó al tribunal examinador.
Como lo exigía el reglamento, el jurado lo convocó para hacerle una entrevista personal y Julio Verne acudió a la cita con una presencia modélica: perilla afeitada a la última moda, chaleco de primavera y unos anteojos que le conferían un aire entre tímido y despistado, muy seductor según aseguró madame Curie.
Durante hora y media disertó sobre los peligros medioambientales de la civilización tecnológica actual, modulando la voz con cierto tono filosófico. Le salió un discurso redondo: ni demasiado catastrofista ni demasiado optimista. Al jurado le gustó su carácter resolutivo, su seguridad al hablar, su planta enérgica. Sin duda, pensaron que aquel hombre podía significar savia nueva que revitalizase aquella caduca institución.

Comienzo del cuento ‘El currículum de Julio Verne’
Publicado en el número 6 de la revista Fábula.

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