8 de marzo de 2008

Sulfatadora

Menos mal que Dios se dio prisa e hizo el mundo en seis días y el séptimo descansó, si se lo hubiese tomado con calma y si como parece lógico, teniendo en cuenta que eran los albores de la humanidad y estaba todo patas arriba, le hubiese costado por lo menos un mesecito de duro trabajo, los cristianos habríamos maldecido nuestra mala suerte, no hay quien aguante treinta días seguidos sin una fiesta, sin un domingo, sin un respiro, y sino que se lo pregunten al pobre Filo Azcárate, que de tanto trabajar se encontraba reventado, hecho polvo, acabado, con los huesos tronzados, la espalda torcida, la reuma, la artrosis y el corazón que le desfallecía, que no le subía la sangre, que no le bajaba, que le faltaba el aire...
Comienzo del cuento ‘La sulfatadora’
Publicado en la revista Fábula en el número dedicado a ‘Antología de Narrativa en La Rioja’

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